lunes, 9 de noviembre de 2015

Viña de Martin Os Pasás

En Arnoia, donde el río que lleva su nombre, se encuentran montañas discontinuas de viñedos ancestrales, estrechas vías, casas bajas de piedra en el camino, cruceiros que sobresalen e ilustran esa mística  falaz de un territorio superior donde todo parece austero.


Luis Anxo Rodríguez, viticultor que parece  escuchar la voz del tiempo, con sus vinos la historia se transforma en presente. Para conectar con sus creaciones hay que mirar más allá de su persona, estamos antes un ser distinto que tiene una conexión muy profunda  con la raíz  de su lugar y lo revela a través de sus vinos.

En mi época de servidor de vinos en el restaurante Galileo, cuando  solía recomendar un vino de Luis Anxo, sobre todo los tintos, le decía al comensal que cada copa iba a ser un sorbo de clima, transportándonos al entorno gallego, imaginando que somos unos peregrinos caminando en otoño por el paisajes de Galicia, con sensaciones de frío, niebla, castañas, bosques, humo, lluvia, hasta la nostalgia de aldea.

Con mi amigo el buscador compartimos una botella de Viña de Martin Os Pasás 2005, no sé cómo se hizo con ella pero fue un gran desconcierto de placer, seguramente que si me tocase dibujar este vino en la sala de un restaurante, las únicas tres palabras que me saldrían del alma serían, trabajo, tiempo y pureza

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